'Uno de mis sueños era tener mi portada de Vogue'. ¡Estar aquí es uno de esos pendientes que tenía en mi bucket list!, comparte una emocionada Thalia con Vogue. Resulta sorpresivo que hable de una primera vez. Este 2021 alcanzará los 50 años y ha pasado casi todos ellos grabando discos, en estudios de televisión, fue conductora de su propio programa de radio, tuvo una revista, se ha convertido en empresaria, recién produjo una serie para Facebook Watch y su presencia en las redes la ha acostumbrado a que sus hijos le digan Mom, you are a meme!.
Parece que Thalia, la intérprete de Amor a la mexicana, apenas sabe lo que es frenar. Cuando el mundo se detuvo por la pandemia, ella apenas cesó. Estrenó canciones, publicó un segundo disco infantil, remató con un tema navideño y alistó su próximo álbum. Ese nuevo disco viene increíble y tiene unas sorpresas maravillosas. Las letras vienen intensas, viene traviesa, algunas colaboraciones, algunas canciones en solitario. La única pausa ha decidido hacerla para nuestro encuentro. Ocurre bajo el nuevo estándar que ha dominado el entretenimiento: la virtualidad de Zoom, la plataforma que ha arrebatado a los periodistas aquellas esperas en hoteles o en auditorios de compañías disqueras antes de llegar a sostener una cronometrada conversación.
Y con Thalia cada segundo cuenta. Encontrarse con ella como periodista tiene una garantía implícita: se regresa a la redacción con una buena nota (quizá una exclusiva) y una anécdota, pues pese al estatus de icono que tiene siempre se muestra afable, bromista. ¿Estás ahí? ¿Me oyes? ¿Me escuchas?, espeta con cierta métrica cuando un pequeño glitch interrumpe la conversación. Pero también exige. ¿Podemos verificar que todo está bien?, sentencia al equipo que supervisa el enlace.
Thalia hace un recuento de su carrera para Vogue México
No es para menos, la mexicana lleva una vida bajo el reflector. Y ha decidido repasarla con Vogue. Recuerda aquella infancia donde la fantasía del estrellato contrastaba con una niñez solitaria: Mi infancia fue divertida de mucha soledad, porque mis hermanas ya estaban dejando la casa. Crecí sola y por esa misma necesidad de buscar mi propio universo en mi hogar; el refugio del closet materno: Me obsesionaba con arreglarle sus zapatos, poner los más bonitos enfrente, probarme sus abrigos, sus sombreros. Ese clóset era como un salvavidas; la picardía de una mayor conexión con los niños: tenía mi banda de amigos, no tenía mucha popularidad o aceptación entre las niñas y era más como rebeldona.
Solo así se entiende que haya decidido sustituir los convencionales juegos infantiles por sus primeros pasos en la industria con apenas unos siete años respaldada por su madre. Ella me dijo: si a ti te gusta esto de cantar, bailar, y te sientes feliz entreteniendo a la gente pues que más.
El resto podría asumirse es historia, pero el inusual hecho de charlar sin la presión de una apretada agenda de promoción lleva a Thalia a romper los blindajes. Comparte entonces el episodio de la muerte de su padre, a quien vio fallecer cuando rozaba los seis años. Fue algo que me traumó de por vida’, confiesa de la escena en la que lo vio conectado a varios aparatos que sonaron justo cuando la pequeña dejaba la habitación tras darle un beso a su papá. Mi padre acababa de morir. Yo siempre pensé que ese beso de amor lo había matado. Mis relaciones siempre fueron muy difíciles hasta que entendí que tenía que solucionar esa situación con mi padre y dejar ir la idea de que había sido mi culpa. De ahí empecé a tener relaciones mucho más sanas como la que tengo hoy día, revela justo en los días que ha cumplido 20 años de matrimonio con Tommy Mottola.