A La Sole se la conoce por ser ‘la chica rebelde que aún le canta al Guaraní’. Con 16 años, ganó el Premio Revelación y Consagración del Festival de Cosquín luego de revolear el poncho arriba del escenario como una genuina estrella de rock. Su música renovó el folklore nacional con un éxito-para muchos-improbable. Su primer contrato con Sony residía si no vendía 5 mil discos. Sin una multinacional detrás, su padre compró esos primeros 5 mil y su acto de fe consagró el nacimiento de una estrella que brilla con luz propia. (Sin duda, una de las artistas latinoamericanas que debes escuchar)
Te han hecho un mural que me recordó a los que se pintan en La Boca con el rostro de Armando Maradona. ¿Cómo te gustaría ser recordada en el lugar que te hace volver siempre a tu raíz?
No sé si aspiro a que la gente me recuerde y me haga murales. Tengo uno en mi pueblo (Arequito) y enfrente una especie de monolito que se me hizo en el 97. Pero, no sé si quiero que la gente me recuerde como una artista, pero sí que mis seres queridos o los que desciendan sepan que tuvieron a una abuela cantante, que disfrutaba mucho de la vida. Vivo en un pueblo muy pequeño, no más de 7 mil habitantes. El recuerdo en un lugar así pasa por cómo se relaciona uno con la gente, la familia.
A 25 años del Cosquín, ¿cómo asumes tu reinvención frente al folklore?
El folklore no era música de nuestras edades, y estoy super orgullosa de lo que logró esa nena cuando se subió a ese escenario. No me lo puedo creer, me emociono porque siento que llegué a una meta muy interesante en mi carrera, que no es final, porque todavía no logré sacar mi mejor disco, ni ofrecer mejor concierto o lo que quiero lograr con la música de raíz sudamericana hacia Latinoamérica. Todavía estoy en esa búsqueda, aunque cada vez más parada en un lugar un poco más firme.
Nunca dejé el folklore, lo sigo haciendo en este álbum con Volverás, Sigo siendo Yo, en Cómo Duele. Lo que pasa es que, para mucha gente del folklore, muchos de los que nacimos en los 90’s le quitamos su estructura musical. La chacarera que se llama doble son tres estrofas y un estribillo que tiene la misma métrica, con la misma separación musical; tiene una coreografía. Por su puesto para ese público quizá yo ya no haga folklore porque lo que ellos esperan es esa estructura. Pero para mí el folklore es un sentimiento que va más allá del género. Es una elección de vida. Soy una persona de familia, de los pies descalzos en la tierra, y eso es para mi el folklore. Es vida. Necesita ser actual, parte de lo que somos. Ese es el gran reto del folklore como género si quiere seguir subsistiendo.
¿Cómo vive el ritmo de los demás La Sole a los 40?
Cuando intenté mirar demasiado al resto me frustré y no hice las cosas bien. Yo vivo a mi ritmo, no al de los demás. A los 39 no me respondía la voz, todo lo pujante que fui se me apagó en pocos meses. Hice terapia. Descubrí que no me había valorado lo suficiente, era miedo. Estaba convencida de que quería dar un paso más allá, pero no sabía si podía lograrlo. Fue difícil ubicarme en un mapa tan femenino, porque siempre fui una mujer aguerrida. Nadie me frenó. Sentí que para las guerreras de hoy yo era como una persona que había quedado en otra época, también por el género musical. Estoy recuperando mi seguridad. Desde chiquita siempre quise caerle bien a todo el mundo, cuando el cantar pasó por lo estético me sentí, en un momento, la pueblerina. La niña del interior que llegó a tener éxito se dio cuenta que había gente que la miraba como un bicho raro. Hasta que un amigo me empezó a ayudar y ahora disfruto de las entregas de premios, del juego; de darme cuenta que no porque un día me ponga un tacón alto y vestido voy a dejar de La Sole.
En ese camino, ¿cuáles son tus sueños más urgentes?
Quiero llegar algún día a México. Admiro su cultura musical. Quiero convertirme en una especie de Rocío Durcal de estos tiempos. A largo plazo, mantenerme en el tiempo. Seguir haciendo lo que me gusta y disfrutarlo como hoy. Aunque mi felicidad está más allá de lo artístico que, como dice mi amigo Alejandro Lerner: ‘El eco de la gloria queda en un placard’. Me encantaría tener 20 Grammys más, pero no a cambio de que mis hijas no jueguen conmigo.
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