Karol G es una fuerza mayor. La “mujer salvaje” es un arquetipo acuñado por la psicoanalista Clarissa Pinkola Estés que describe a un ser en peligro de extinción que, con el paso de las décadas, ha podido resurgir una y otra vez. Para ella, la unión de ambas palabras (mujer y salvaje) hace que las mujeres recuerden quiénes son, qué es lo que se proponen y personifica la fuerza que las sostiene a partir de su naturaleza instintiva. Es un término que podría parecer apócrifo después de las revoluciones femeninas que le sucedieron y que sin embargo se presenta como un punto de partida latente para esas otras que se están gestando. Es, también, algo que Karol G ha absorbido como un conocimiento fundamental.
“Ahora que estoy leyendo un libro llamado Mujeres que corren con los lobos he entendido mucho el despertar que tuve después de muchos años”, asegura Carolina Giraldo Navarro en entrevista para Vogue México y Latinoamérica. “Cuando empecé cuidaba mucho que como mujer no podía cruzar ciertas líneas o no podía hablar de ciertos temas, o expresarme de cierta manera”. Se refiere a los tiempos en los que comenzaba a construir su carrera. “A veces escribía una canción que contaba un momento íntimo que tuve con una persona y era una canción que se quedaba guardada porque no estaba bien visto que yo dijera lo rico que me lo hizo, lo que me gustó o cómo me besó”. La experiencia la llevó a dejar atrás la represión y a liberar a esa mujer salvaje que hoy conquista las listas de popularidad con canciones que no hacen otra cosa sino acercar a su autora a un puñado de personas que han tenido el mismo sentimiento por años. “Antes, las mujeres escuchábamos las canciones de los hombres y teníamos que acomodarlas a cómo las diríamos nosotras, pero ahora ya no. Ahora hay mujeres que expresamos lo que sentimos”.
La carrera de Karol G podría caber en muchos contextos. Desde la nueva ola de dominación cultural latinoamericana que se encuentra en uno de sus puntos más altos, hasta la concientización de toda una sociedad que de a poco se ha ido liberando de reglas estipuladas por generaciones que poco tienen cabida en la dinámica de hoy. Pero es, quizá, el papel de la mujer en el que mejor se desenvuelve. “Si mucho o poco, algo de lo que yo diga o haga puede inspirar a las mujeres a que se desinhiban, a que vivan tranquilas, a que se liberen, eso es muy especial para mí, porque cuando yo lo logré internamente, fue algo que me llevó a otro nivel”. Es un sentimiento recíproco y universal el que aloja el verdadero poder de una carrera dedicada a la visibilidad de la feminidad, de la libertad y de la autenticidad. Esto es factible incluso en sus colaboraciones, como su campaña con Smirnoff, de la que se ha convertido en la primera mujer latina en ser embajadora.
Es en su más reciente producción discográfica en donde parece encontrar el clímax de ese poder. KG0516, su disco editado en 2021 y cuyo título hace alusión al día en el que Karol G firmó su primer contrato discográfico, es aquel en el que Carolina se asume como el símbolo de una lucha que permanece cada vez más constante y en el que se incluye Bichota, la pieza que “dejó de ser una canción y se volvió un movimiento de mujeres empoderadas, de mujeres que si están tristes saben que dentro de ellas está la respuesta para salir de eso y lograr lo que sea”. En el disco, Karol G no solo lleva esta filosofía a niveles tan poderosos que crea movimientos, sino que lo hace con una dedicación particular. Como Ivy Queen en sus momentos más matriarcales, es la primera vez en la que se asume como productora y en la que escribe la mayoría de las canciones. KG0516.
“Con los álbumes anteriores, por el hecho de ser una cantante de música urbana, evitaba experimentar mucho. Con éste fue todo lo contrario, quería plasmar en las canciones lo que sonaba en mi cabeza”, asegura sobre un disco que la encuentra recitando versos en ritmos que van desde dembow hasta el pop. En él también hay otros universos, por ejemplo, 200 Copas: “En la cultura colombiana existe el género “popular”, aquí se escucha mucho la música ranchera. Todo ese toque mexicano hace parte mucho de nuestra cultura y 200 Copas era una canción en guitarra que tenía que sonar muy diferente”. Otro ejemplo, El Barco: “Fue una canción que empezó siendo un bossa nova y luego le agregamos el dembow del reguetón, unas guitarras de bachata y la canción terminó siendo un experimento con un montón de ritmos y sonidos”. Ambas se encuentran ya entre los himnos de toda una generación.
Pero antes de llegar a lo logrado en KG0516, Karol G pavimentó el camino con un par de discos que la presentaban como el símbolo en el que se llegaría a convertir años después. “Cada álbum cuenta un momento diferente. Cada año son experiencias vividas, aprendizaje, evolución y la música que haces hablará por esos instantes. Cada uno de esos discos es parte del álbum de hoy, porque es Carolina la que está hablando en esas canciones”. Y si uno escucha aquellos discos su teoría tiene sentido. Unstoppable y Ocean la encontraban en un lugar distinto al que es hoy. Ahora, en pleno 2022, la carrera de Karol G la sitúa en un papel más consciente de su lugar en la industria, con una autoridad y una visión más profunda y estudiada.
“Si partimos desde el género urbano, ha habido una evolución grandísima y yo ya no lo catalogaría como solo reguetón”, asegura sobre un género que, a la distancia de su punto más fértil, pareciera haberse quedado estancado en un pozo sin salida. “Creo que yo podría decir ahora que es música latina, música que nos representa a los latinos porque tiene toda esta fusión de sonidos que nos representa en diferentes países y diferentes culturas”. Se trata de una dinámica que ha sabido perfeccionarse con el tiempo y con la ida y venida de productores, cantantes y artistas. Es, a su vez, una especie de cambio generacional si se mira desde un punto de vista menos cínico. “Es muy lindo ver cómo nuestra generación creció queriendo ser artistas anglo y ahora es el mismo momento, pero con los artistas y la música latina. La generación de hoy crece escuchando canciones en español, crece escuchando ritmos que nos representan, crecen amando nuestras culturas, queriendo visitar nuestros países. La música latina es parte de la vida de las personas de una forma muy fuerte y establecida”.
Es ese nuevo papel de Karol G como superestrella lo que también la ha llevado a ser más consciente con lo que dice, lo que piensa y las acciones que lo complementan todo. Se ha convertido ya en un referente de muchas cosas, entre ellas de la aceptación personal. Pasó de ser esa persona que “cuando hay algo en una foto que no me gusta, en vez de corregirlo, no la subo” a aquella que se acepta tal y como es, mientras inspira a muchas personas más en el camino. “Un día estaba en la playa y subí una foto en donde se me veían las piernas llenas de celulitis, estaba temblando. Después abrí los comentarios y vi que muchos de ellos lo aplaudían, me daban una seguridad tremenda. Ni ellos mismos saben que son parte de cómo me siento yo como persona”. Su carrera es un proceso de retroalimentación constante con su audiencia, una conversación en la que el poder de la confianza viaja de un lado a otro y crea un fuerte lazo.
“Se volvió una misión tratar de llevar ese mensaje de seguridad, de querernos a nosotros mismos. Cuando tú no tienes a quién amar, estás tú misma. Tienes que quererte, tienes que levantarte, ponerte mamacita para ti, salir y sentirte la más chimba, ir al gimnasio y decir “ese cuerpo de verano a mí no me lo cuentan, sino que me lo aplauden a mí”. Es algo con lo que me despierto todos los días, que quiero compartir con los demás para que se sientan igual”.
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