Adele, la cantante, ha regresado. Debo decir que es bastante sorprendente conocerla en persona por primera vez, (algo que ocurrió unas horas antes). Han sido cinco años largos y tumultuosos, hablando de forma histórica, seguramente, y personalmente también, ¡puedes apostarlo! - desde la última vez que se sentó para dar una entrevista. Está en Nueva York por unos días, será fotografiada por Steven Meisel para Vogue UK, y está ansiosa por ver la exhibición de Willi Smith, por lo que me ha pedido reunirse en Cooper Hewitt en el Upper East Side, en la antigua mansión de Andrew Carnegie, justo en frente del Central Park. Mientras camino hacia los jardines, donde su séquito me informa que está a la espera, tras unas cercas, es válido decir que todos los procedimientos para verla adquieren un toque de Greta Garbo.
En su acento característico, inalterado, comienza de una vez: "Estoy bien, ¿tú cómo estás?" (En un giro imprevisto de la situación, ella lleva una canasta de golosinas y me pasa un jugo verde). "Quiero decir, tengo que prepararme para volver a ser famosa, cosa que no me gusta ser". Pero sí, ya podemos confirmarlo: Adele ha vuelto. El single es inminente, y se acerca el disco. Una vez más, ella está lista para causar estragos en el bienestar emocional de los mil millones de fanáticos de su música; y para también entregar el más reciente capítulo de revelaciones de su corazón. Para ser honesta, se siente como si hubiera reaparecido justo a tiempo. En un mundo en el que al parecer no estamos de acuerdo en nada, quizás podamos volver a estar de acuerdo con Adele.
Adele no ha vuelto a hablar con un periodista desde 2016, y ha estado bastante ocupada. Bueno ya sabes: una pandemia, el día a día al ser madre soltera, de casarse y divorciarse, todo en ese tiempo. En lo relacionado a los paparazzi, esencialmente vive fuera de esa red, algo que a los periódicos les encanta llamar su "modo en Beverly Hills", viviendo justo al lado de Jennifer Lawrence. Para cierto tipo de mujer británica compleja, quizás la mayor preocupación sería el tener que adaptarse a una tierra extraña, pero todas las señales de su acoplamiento son buenas. Dejando a un lado las bromas formales típicas de una entrevista, a Adele le toma cuatro minutos llegar a cómo ha criticado a todos sus ex a través de sus letras. "Tengo que dirigirme ahora a mí misma", dice con seriedad. “En lugar de volver a caer en lo de -tú, j@de3r9-. A estas alturas, ya dejó caer su primera grosería de la tarde y ella se echa a reír.
Adele sigue siendo Adele. ¿Cierto? Con el honor de ser la primera persona en plantearle preguntas, me atrevo a cuestionarle sobre dónde se encuentra ahora la reina del desamor de 33 años, que ya no tiene 19, 21 o 25. "Siento que este álbum es sobre la autodestrucción", responde cuidadosamente. "Luego es de autorreflexión y de una especie de autorredención. Pero me siento preparada. Realmente quiero que la gente escuche mi versión de los hechos esta vez". Habiendo dicho esto, hurga en su bolso y me entrega un par de AirPods.
Bajo el cálido sol de la hora del té, los primeros acordes de una canción de la que todavía no quiere revelar el nombre resuena en mis oídos. Un arreglo lento y meditativo, entonces - ¡pum! - esta voz, su grandiosa voz. “Ten cuidado conmigo…” suplica el coro, que muestra versos que recuerdan su tensa infancia, su matrimonio perdido y las lecciones aprendidas y desaprendidas sobre la familia, el amor y el abandono que vivió en el camino. No estoy segura de que alguna vez haya tenido una voz más fina. Sentada frente a mí, examina nerviosamente el horizonte y lanza sonrisas de una calidez tan genuina que me encuentran totalmente desprevenida. Para el producto de algo más allá de un divorcio, debo decir que se trata de una canción realmente conmovedora.
Para los que no siguen con detalle su vida, recapitulamos: Adele Adkins se casó con Simon Konecki (fundador de la organización benéfica Drop4Drop; su pareja de muchos años y padre de su hijo que ahora tiene casi nueve años) en algún momento de 2016 (ella lo llamó “mi marido” cuando recogió un Grammy a principios de 2017), y se separaron en 2019, finalizando su divorcio a principios de este año. Pero como ocurre con casi todo lo que creemos saber sobre la vida, la realidad es completamente diferente.
Ella vivió esto en su propia infancia. "Mis padres estaban definitivamente agotados", dice. Su madre, Penny Adkins, y su padre, Mark Evans (que murió a principios de este año), se separaron poco después de que ella naciera, y la relación con su padre fue tensa a lo largo de los años, por decirlo de alguna manera. Le tomó una buena parte de su edad adulta procesarlo, y en parte porque siempre intentó ser en extremo cuidadosa en cómo llevar esa relación. "No son las malas decisiones las que j$%·en a nuestros hijos", dice, refiriéndose al moderno gurú de la autoayuda Glennon Doyle (uno de sus favoritos), "son las indecisiones". Le pregunto cómo está su ansiedad ahora. “Definitivamente aprendí muchas herramientas en mi terapia, y las sigo aprendiendo. Encuentro que la ansiedad empeora cuando intentas deshacerte de ella".
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