Instagram Twitter Facebook

NOTICIAS
ANYA TAYLOR-JOY Y SUS INCANSABLES PASOS RUMBO A LA CIMA
Por Vogue: A punto de estrenar en cines Última noche en el Soho, la actriz argentina Anya Taylor-Joy, que este año se llevó un Globo de Oro por interpretar a Beth Harmon en la serie Gambito de dama, interpreta para Vogue los looks más luminosos y etéreos de la temporada.

Sorprende la precisión con la que Anya Taylor-Joy (Miami, 1996) es capaz de recordar el momento exacto en que por primera vez tuvo consciencia de estar escuchando buena música. Tenía tres años y viajaba al campo desde Buenos Aires cuando –para su asombro y excitación– empezó a sonar Stayin’ Alive, de los Bee Gees. Sin embargo, acaso porque venía con ellos de serie, su prodigiosa memoria se queda sin recursos a la hora de trazar los albores de sus deseos interpretativos. “Es que actuar como actriz creo que es algo que siempre he hecho de una manera natural”, justifica desde Los Ángeles, al otro lado de la pantalla de Zoom, esta joven de magnética melena rubia y mirada penetrante. Como la más joven de seis hermanos, continúa, buscó donde pudo herramientas para hacerse respetar y valer en un mundo de adultos. Pero resultó que lo que al principio parecía una estrategia de supervivencia, era realmente una pasión vital: ya en primaria, le confesó a una compañera del colegio que su sueño era ponerse en la piel de otros. “Ella siempre me apoyaba y me decía que si de verdad quería hacerlo, lo lograría. Aún de vez en cuando me envía mensajes recordándomelo”, bromea.

 

En 2015 debutaba en la gran pantalla como Thomasin, la controvertida hija de una familia puritana en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, en la terrorífica La bruja, a las órdenes de Robert Eggers. “Cuando hizo la audición, me pareció demasiado buena para ser verdad. Se sumergió de manera instantánea en el personaje, y demostró un talento innato para el lenguaje: sus diálogos eran exactamente como me los había imaginado. Además, claramente, ya tenía el carisma de las estrellas cinematográficas”, recuerda ahora el director, con quien tiene dos nuevos estrenos pendientes: The Northman y la recientemente anunciada revisión del clásico de terror Nosferatu. “Funcionamos muy bien juntos, y por eso me gusta seguir trabajando con ella. Ambos nos animamos mutuamente a la hora de alcanzar la excelencia. Lo cierto es que fue maravilloso que pudiéramos reunirnos para The Northman, y espero con ansias la próxima colaboración. Creo que una de las muchas razones por las que Anya es tan magnética en la pantalla es su capacidad para encarnar paradojas. Puede ser a la vez terrenal y etérea, inocente y peligrosa”. Por su parte, en el momento en que puso un pie en el rodaje de La bruja, en 2014, la recién estrenada actriz por fin sintió que había encontrado su lugar en el mundo. “En muchos momentos de mi vida, a no ser que estuviera con animales o leyendo, me había parecido que no encajaba, pero albergaba la esperanza de que hubiera algún sitio en el que pudiese contribuir a algo. Mi primer día en el set fue como volver a casa. Recuerdo que pensé: ‘Por fin estoy aquí, este es el lugar al que pertenezco’”.

 

Seis años después, con casi dos decenas de proyectos a sus espaldas, sigue sin concebir otro hogar que no sea un set de rodaje. Muchos aún se extrañan de que no tenga una casa en ninguna ciudad. “Normalmente, entre película y película, si tengo tiempo voy a visitar a alguna persona con la que quiera estar. Tengo muchos amigos entre Nueva York, Londres y Los Ángeles. Mis vacaciones preferidas, el sitio al que siempre me apetece regresar, es mi casita de la infancia en Argentina. Ahí es donde suelo pasar las navidades, con la gente que me conoce desde pequeña. Y también a España: mi abuela vive en Zaragoza, y me encantan Asturias y Barcelona”, confiesa.

 

Al papel de Sandy, una cantante que se cuela en la narrativa a través de los sueños de Eloise (Thomasin McKenzie), llegó porque Edgar Wright había visto La bruja en Sundance y se había quedado prendado de su trabajo. “Tenía una presencia muy poderosa. Vulnerable y fuerte al mismo tiempo. Así que pensé que podría interpretar a la protagonista de aquel guion en el que llevaba una década trabajando”, recuerda el director de Última noche en el Soho, que llega a los cines en noviembre. “La conocí más tarde, en Los Feliz, Los Ángeles, y acabé contándole toda la idea, que le encantó. Aunque me fui a rodar Baby Driver, nunca dejamos de estar en contacto. Incluso le prometí que le enviaría el guion una vez estuviera rematado. Según el proyecto fue evolucionando, me pareció que su rol era otro, la chica que aparece en los sueños de la protagonista. La verdad, no estaba convencido de que quisiera seguir con el cambio, pero le encantó. Y en el rodaje, nos conquistó: es una actriz extraordinariamente empática. Verla trabajar es como presenciar un truco de magia, como si estuviera en un constante estado de gracia. No dudaría ni un segundo en repetir con ella”.

 

El último personaje al que Anya Taylor-Joy tuvo que decir adiós antes del confinamiento del pasado año fue al de Beth Harmon, la pelirroja virtuosa del ajedrez que convertiría Gambito de dama, con 62 millones de espectadores, en la miniserie de ficción más vista de la historia de Netflix hasta el momento de su estreno (octubre de 2020) y catapultaría a la actriz al estatus de superestrella. “No me gustan demasiado los primeros planos, pero en este proyecto iba a haber muchísimos. Necesitaba a alguien cuya cara no pudieras dejar de estudiar, que resultara fascinante. Y Anya tiene un rostro absolutamente asombroso. Es muy expresiva, puede hacer mucho con esa mirada”, resumía Scott Frank, el creador y director de la serie a NPR el pasado otoño sobre las razones que llevarían a medio planeta a obsesionarse con la intérprete. Lo constataría ella misma, enfundada en un impactante vestido verde de Dior (“Son maravillosos, me apoyan muchísimo”, señala Taylor-Joy sobre la casa francesa) que tardó 300 horas en ser elaborado a medida, cuando recibió el Globo de Oro como mejor actriz en una miniserie. Estaba, por cierto, también nominada por Emma a mejor ídem de comedia. “Lo que me parece más surrealista es que Gambito de dama era un proyecto ‘de pasión’ para todos los que participamos. Scott me dijo al final del rodaje lo satisfecho que estaba y lo poco que le importaba la cantidad de gente que lo viese. Habíamos hecho algo que nos gustaba de verdad, y ni se nos pasaba por la cabeza la reacción del público. Probablemente, es la cosa más personal en la que he participado nunca, jamás había conectado tanto con un personaje como con Beth Harmon”, recuerda la intérprete, que próximamente volverá a ponerse a las órdenes de Frank en una adaptación de la novela de Vladimir Nabokov, Risa en la oscuridad.

 

Mientras ‘espera’ sus próximas vacaciones (asegura tenerlas agendadas para dentro de dos años y medio) o un cambio en el guion de los acontecimientos, su agenda sigue absolutamente repleta. Además de las ya mencionadas Última noche en el Soho y The Northman (que verán la luz en noviembre y a principios de 2022, respectivamente), la pasada primavera terminó el rodaje de una cinta secreta de David O. Russell (Joy, La gran estafa americana, Un accidente llamado amor), aún sin fecha de estreno, en la que coincidió con titanes como Margot Robbie, John David Washington o Christian Bale. “Disfruté mucho, es muy surrealista estar rodeada de todos estos íconos del cine. Aprendía constantemente de todos ellos. Además, una de las grandes virtudes de David es conseguir mezclar actores que en otra situación no trabajarían juntos, como Chris Rock y Robert De Niro”. También está a punto de hacer pareja con Ralph Fiennes para viajar a una isla remota y probar los suculentos platos de un chef de renombre en The Menu, a las órdenes de Mark Mylod (Juego de tronos, Shameless, Succession). Y de tomarle el relevo a Charlize Theron en Furiosa, la ansiada precuela de Mad Max: Fury Road para la que aprenderá a conducir de manera salvaje y así evitar el empleo de dobles en las escenas de acción. No acaba aquí el listado: encarnará a Margot Peters, la aspirante a actriz que trata de drenar la riqueza del crítico de arte Albert Albinus en Risa en la oscuridad, que supondrá su segunda colaboración con Scott Frank, quien reconoció en el podcast The Watch que “el libro trata más sobre arte y cuadros, pero yo voy a hacer un pequeño thriller realmente desagradable y maravilloso”. Y es el único nombre confirmado para el remake de Nosferatu, que supondrá su tercera colaboración con Robert Eggers. Su espíritu, optimista y alegre, nunca flaquea. Su ambición y su hambre de conocimiento, tampoco. “No me cansaré”, promete.

 

Para leer el artículo original visita VOGUE.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR
CHIARA FERRAGNI HABLA DE REDES SOCIALES, DE ROLES FAMILIARES Y DE LAS INCONTABLES DUDAS QUE ASALTAN
 
JULIA ROBERTS CELEBRA SU 20º ANIVERSARIO DE BODA CON LA FOTO MÁS DULCE DEL MUNDO
 
ANYA TAYLOR-JOY Y SUS INCANSABLES PASOS RUMBO A LA CIMA
 
ROCÍO JURADO: LA HISTORIA ÍNTIMA DE LA MÁS GRANDE
 
SALMA HAYEK: ME DIJERON QUE HABRÍA SIDO LA ESTRELLA MÁS GRANDE DE HOLLYWOOD DE NO SER MEXICANA
LO MAS
VISTO
• 5 DATOS QUE QUIZÁS NO CONOCÍAS DE LA VITAMINA C
• SOMOS REBELDES
• LOS MEJORES LOOKS DE LA ALFOMBRA ROJA DE LA 66.ª EDICIÓN DE LOS PREMIOS GRAMMY ✨
• BODA DE KARLA Y MIGUEL
• BAUTIZO LEO GODINEZ
• ENTREVISTA LEO MONTAÑEZ CANDIDATO A PRESIDENTE MUNICIPAL DE AGUASCALIENTES POR EL PAN
• CUMPLEAÑOS TERE

© 2012 HOLA AGUASCALIENTES S.A. DE C.V. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
CONÓCENOS   |   Diseño: Javier A. Tejeda   |   Programación